24.8.07

Posee el dueño y señor de todo esto (que no Dios) las razones que dan pie a la sublevación del individuo frente a sí mismo, frente a sí mismo y frente a todos y todo lo demás. Sostiene el hacedor, con la firmeza que sólo uno entre ninguno puede concebir, la fuerza de todos nuestros más bellos horizontes concentrada en uno solo de sus silencios, en el silencio del ocaso, en el silencio del todo dentro de la nada, en ese silencio que nos aguarda paciente bajo la almohada y nos susurra al oído con opacas y sordas caricias lo que nuestro corazón pide a gritos pero nuestro cerebro no parece desear-querer-poder-ó-necesitar escuchar. Qué iluso. Pena me da... Él y todos sus compinches.

César.

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