30.6.07

pensamientos náufragos II

Existe un millón de razones para cambiar el mundo (a mejor, sí señor) y varios cientos de miles de formas de conseguirlo. El problema es que también existe un billón de cosas más divertidas que hacer antes de ponerse a ello y un trillón de amables invitaciones a meterse uno en la cama cuando el frío empieza a congelar el siempre fluctuante alma (o espíritu) en lugar de salir ahí fuera a pasar calamidades varias.
Soy maloso, lo admito, pero espero que poco a poco y con el paso del tiempo deje de pensar que meterse en la cama cuando el frío acecha es la solución a mis solucionables problemas no tan sólo mios.
César.

22.6.07

pequeños largos placeres

Todo es debatible, potencialmente apreciable y rotundamente abrazable cuando uno se deleita escuchando cuidadas verdades y bonitas razones o por qué no: bonitas verdades con sus cuidadas razones. Conversar amigo, siempre será un placer. Sólo hay que servirse una copa, sentarse a tu/su/mi lado y dejarse llevar.
Vuelven las largas siestas veraniegas de plácidos sueños y gratas sensaciones. Sí señor...

17.6.07

Una de cuentos - Capítulo I

Érase una vez un ogro llamado Gluteos. Lo cierto es que pocos querían a este ogro en el majestuoso reino de Mediocridia, una pequeña y bonita isla del mediterráneo revestida de árboles frutales y majestuosos lagos de agua cristalina, debido a sus indisciminadas e incesantes críticas que muchos tildaban de auténticos falsos reproches. Era pues Mediocridia un lugar tranquilo y apacible donde la gente (de bien) vivía sin más problemas que los estrictamente cotidianos, propios de una coexistencia entre vecinos no demasiado afectuosa, aunque cercana al fin y al cabo.


Los pocos enfrentamientos que amenazaban con desestabilizar el armonioso "coto" de prosperidad (como así lo autoproclamaba el propio pueblo mediocridense) se zanjaban por medio de dictámenes "judiciales" elaborados por el flamante rey Te.Uve, rey que alardeaba con orgullo de no haber tocado jamás un sólo libro de Derecho o Filosofía ya que a base de escuchar las costumbres y demás vicios del pueblo había alcanzado, decía él, un nivel magistral de entendimiento que ni la más erúdita de las Leyes alcanzaría jamás. Al pueblo hay que darle lo que pide el pueblo, rezaban sus dictámenes a modo de conclusión. El caso es que la gente creía en él y en sus dictámenes hasta tal punto que un día, en un ataque de fogosidad colectiva, los mediocrenses quemaron todos y cada uno de los libros de la Biblioteca de Mediocridia, así, se dijo, "todos los mediocridenses seremos realmente iguales: los libros nunca nos hicieron falta".


Gluteos por su parte, no sabía de dictámenes ni de leyes, ni tan siquiera de pleitos más o menos formales ya que los únicos enfrentamientos que él coprotagonizaba eran estrictamente coyunturales y más bien verbales e informales: un "ogro cabrón, vete ya de aquí y dejanos vivir en paz" o un socorrido y sencillo "bastardo cabrón" bastaban para zanjar los "conflictos" que por otra parte y a diferencia del resto de mediocridenses que no solían tener disputas (no olvidemos que nuestro ogro también era un auténtico ciudadano mediocridense) Gluteos las experimentaba casi a diario, aunque muy a su pesar... La verdad es que el ogro conocía bien las razones de su desafortunada e irreconciliable relación con el pueblo mediocridense y no era debido a la naturaleza recriminatoria de sus comentarios como algunos querían dar a entender precisamente, se debía simple y llanamente a que Gluteos hablaba de cosas que todos comprendían pero ninguno compartía, y ninguno lo compartía porque a su vez ninguno lo decía. Lo que el pobre infeliz no sabía es que no todo el mundo lo menospreciaba o en su defecto, evitaba, sorprendentemente, a la mayoría de los niños del reino de Mediocridia les encantaba escuchar lo que él decía aunque lo hacían a través de la boca de sus propios padres que discutían ya en su hogares y a buen resguardo lo que el ogro les decía y castigaban a sus hijos por repetir esas "mentiras".
continuará...

14.6.07

yo... soy omnívoro porque el mundo me hizo así


Eso, mírale a los ojos, a que el cervatillo parece casi humano? y porque no han puesto una foca groënlandesa que si no...
En efecto, estos animales prefieren que no se les retuerza el pescuezo hasta morir, pero por el mero hecho de que al retorcerles el pescuezo sufren y ellos prefieren no sufrir. Lo de que prefieren no ser comidos es otra cosa... ahí queda eso.

10.6.07

una palabra, un sentimiento

Expresar sentimientos siempre merecerá la pena.



"Sobrevivimos buscando salidas,
obsesionados por sentirnos mejor
y olvidamos que algunas heridas
se cierran sufriendo una herida peor."
El blues del perdedor. César Arellano.

8.6.07

no desesperes

"cuando vengan carnavales y vendrán..."
esperaré, esperaré... Ya no me importa esperar, no me importa, de verdad. En absoluto. Esperaré a la primera de Fabián y a todas esas cosas potencialmente satisfactorias potencialmente desastrosas. He aprendido la lección, he sido bueno y yo mismo recogeré los frutos de mi lento y trabajoso esfuerzo, "promis".
"Es como lamentarse por querer vivir al ciento por ciento y no llegar ni al cincuenta". Eso es lo que a mí me importa, qué digo importa, me funde todos y cada uno de mis sufridos circuitos. He aprendido a ser paciente, incluso sorprendentemente cauto, pero ser mero espectador es algo que jamás he sabido ser, que ni he sabido ni he querido saber, mejor dicho.
Joder, no perdamos el tiempo... los silencios me fascinan pero una vez empezada la melodía, nada de esperas despóticas ni de fintas traicioneras maldita sea! Devoro libros por no perder el tiempo y estudio por no perder el Norte, pero me encanta mirar hacia el Sur, donde todo es hacer y no pacer.
En fin, esperaré. Y no sé si esperaré por darle algún sentido a mi aburrimiento o por serle fiel a mi nueva filosfía de no-vida, pero bueno... Siempre al acecho, siempre dispuesto... o eso quiero creer.

6.6.07

unicornios y yoghourts

Esto amigos, no existe...







Es un concepto etéreo, embelesador y muy pero que muy peligroso que atonta las conciencias y las convierte en poco más que marionetas con patas (esto último a gusto del consumidor). Es una laguna del sistema, un espejismo cerebral, un cortocircuito sentimental. Es todo aquello que no es pero que sí debería ser para muchos, y aquello que es pero que jamás debería ser para muchos más.


Yo soy más de yoghourt natural, de abrir la nevera, destapar el botecito, echar azúcar y listo... Así sin más. Creo en estas cosas. Creo en el caca-pis-pan-y-agua de todos los días, en el no me grites que te escucho y en el no te vayas que te necesito. Sencillos sentimientos entre sencillos comensales vaya...


3.6.07

revival

El planeta siguiente estaba habitado por un bebedor. Esta visita fue muy breve, pero sumió al principito en una gran melancolía.
-¿Qué haces ahí?- preguntó al bebedor, a quien encontró instalado en silencio, ante una colección de botellas vacías y una colección de botellas llenas.
-Bebo- respondió el bebedor, con aire lúgubre.
-¿Por qué bebes?- preguntóle el principito.
-Para olvidar- respondió el bebedor.
-Para olvidar qué?- inquirió el principito que ya le compadecía.
-Para olvidar que tengo vergüenza- confesó el bebedor bajando la cabeza.
-¿Vergüenza de qué?- indagó el principito , que deseaba socorrerle.
-¡Vergüenza de beber!- terminó el bebedor, que se encerró definitivamente en el silencio.
Y el principito se alejó, perplejo.
Las personas mayores son decididamente muy pero muy extrañas, se decía a sí mismo durante el viaje.
Capítulo XII de El principito de Antoine de Saint-Exupéry.
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