pensamientos náufragos II
Existe un millón de razones para cambiar el mundo (a mejor, sí señor) y varios cientos de miles de formas de conseguirlo. El problema es que también existe un billón de cosas más divertidas que hacer antes de ponerse a ello y un trillón de amables invitaciones a meterse uno en la cama cuando el frío empieza a congelar el siempre fluctuante alma (o espíritu) en lugar de salir ahí fuera a pasar calamidades varias.
Soy maloso, lo admito, pero espero que poco a poco y con el paso del tiempo deje de pensar que meterse en la cama cuando el frío acecha es la solución a mis solucionables problemas no tan sólo mios.
César.